martes, 13 de diciembre de 2011

POEMAS CONTRA TI

PRIMER INSULTO

Demasiado Universo Colándose
Entre olivos encendidos
Demasiados disparos a quemarropa
Confundiéndose con sonrisas oscuras
De una estrella apenas somnolienta.

¡Qué más zigzag que aquellas manos
ardiendo de caos y próximas a la muerte misma!
¡qué más trémulo que espigas murmurando
un adiós de aplausos nebulares!,
como si los segundos de un beso
fueran las horas de un te amo en agonía,
como si la piel misma se arrancara de cuajo y temporales.

Demasiada ternura titilando
Pequeñas gotas de olvido.
Demasiado olvido para
Recordad que sólo instantes
Se quedarán mis labios en tus mundos
Llenos de indiferencia.

¿Acaso me vieron los astros
quedarme vacío cuando se me cayeron un ciento de lágrimas frías?

ARREBATOS

Me quedaré callado
Esperando luz de paños fríos.
Me quedaré boquiabierto,
Como cuando las estrellas se
Disfrazan de cáñamos azules,
Como cuando los relojes
Se amordazan unos a otros
Esperando el suicidio del tiempo astrolabio.

Me quedaré casi a hurtadillas
Escondiéndome de los insectos
Preguntando por la ternura que me quitas
Cuando te sabes celosa.

Me quedaré a la sombra
De tus pasos invisibles
Distante de las muecas y de las
Indiferencias.
Casi diría como un par de ojos
Jugando a ciegas.

Me preguntarás por los sucesos
Que se arrodillan frente a mis labios
Yo responderé callado
Como si muriera en este poema suicida

GROTEZCA

De poema en poema. Imperfecto verbo.
Irreal abecedario. Penoso Delito.
Me hallarás dormido.

De palabra en palabra
Lanzándome al vacío de los instantes
Me tendrás oscuro. Apenas un delirio.

De lágrima en lágrima
Se me caerán los sueños
Y sin idiomas ni continentes pergaminos,
Descalzo y desnudo de frágiles mundos
Seguiré callado,
Como en un principio de luces
Casi víctimas.

Y de mis labios resecos y heridos
Dibujaré un sol enamorado
Eso bastará, me diré en penumbras
Cuando al final del día me llores insensata
Luego que los espejos se confiesen
Detrás de un tragaluz que sólo dijo adiós.

REPUDIOS

Luna de harapos y otoños
Que vienes del dolor y de la soledad espeluznante
Que cantas despedida cuando
Nada se despide
Y que mueres de blanco

Cuando la noche te sonríe profana y ramera.
¿por qué delito me acusas,
qué odio te confunde?

Luna de pequeños imposibles.
Mujer de nebulosas y desdenes.
Volcanes que salivan poemas sin descanso
Y tristes envidias como si fueran rocío.
¿Por qué asesinas en tu lecho de egoístas espacios
Al que sólo te besa entre insomnios y lechuzas?

Por qué no te cansas de estar suspendida
Boca abajo de genitales purpurados
Y aprendes a renacer muriendo santurronas inocencias
¡qué te hizo el tiempo de quijotes alquimistas!
¡qué te hicieron los astros envenados y dantescos!
Que sólo amores finitos llenan tu cena de escalofríos!

Me dejas herido y tormenta. Lánguido y funesto
Casi un desconocido. Orillando años y olvido
Que por cada noche sádica y ebria
Me robas el alma por mitades
La mitad no tiene nombre
La otra ni siquiera sabe de tu engaño

EL DELITO

Permíteme escupir entre tus dedos más débiles.
Huir a campo abierto
Oliendo a luciérnagas empapadas de
Sexo.

Brujas y sahumerios.
Que por caricias hubo esquirlas
Terciopelo amargo.
El primer otoño de enredaderas.

Permíteme saltar entre nubes
Y entre carcajadas frías respirar
El erotismo de tus pechos moribundos
Porque estoy hastiado de tus caricias amapolas

Y los rezos de los álamos oscuros
Que predicaban tu aroma en
Mis últimos regazos.

Permíteme morir en el cáliz de los planetas menores.
El susurro perfecto del silencio senil.
Las palabras desnudas. Los verbos callados.
La tosca noche. Los energúmenos faroles a distancia.
La mirada enamorada de los viejos tranvías submarinos.
Ese olor a ti pestilente, quizás asesino
y las ganas de no estar amarrado.

A tus fugas y nevazones
Como si fuera un títere en tus orgasmos
o un pequeño bostezo entre dientes.


REMORDIMIENTO

Se me perdieron mis almas
Tal vez y sólo tal vez preguntaré por ellas
Al tiempo mismo a la vergüenza.

No sé cómo ni cuándo, ni dónde
Lo único cierto son las penas
Que dejaron mis propios idiomas
Y mis temores ajenos

Se me perdieron a medianoche
Entre insultos y golpes de viento
Ni los búhos supieron, menos el frío
pésimo de mis lenguas y enojos
De veras que tuve miedo
Y de tanto llorar entre malezas y rendijas
También se me perdieron las ganas
de saberme vivo entre relojes y piel.

Han pasado poemas, astros y esos
Nada he sabido de estas almas temblorosas
Ni siquiera un faro de luz perdida
Ni siquiera la vergüenza de un ladrón
Arrepentido

Nada de nada... casi un crimen
Casi una pesadilla
O casi una muerte sin vida

LA PESADILLA

Casi despierto y colgado de un reloj sombrío
Casi a orillas de la nada misma
Y de los instantes robados al insomnio.

Me detengo impaciente y ombligo
Entre vidas entre muertes
Entre poemas
Que destilan sus propias epifanías

Casi noctuno. Casi paradigma
E desnudo tiznado y silencio
Oliendo a tristeza a invierno
Y de reojo se me cuelan mis conflictos.

Se me hicieron pocas las horas colgado
Se me hicieron cenizas y pequeños respiros
Casi despierto. Casi dormido
Casi a orillas de la nada misma.

LA CULPA

Fui culpable de amarrar almas
A lo invisible de los ojos
Fui culpable de sonreír entre cardos
Y pequeños asesinos,

Quizás pequé de irreal entre irreales
Acaso insomnio cuando el oxígeno
Se moría con el respiro

Culpable de amar entre enemigos
Y callosas manos de papel
Tan culpable como náufragos besos
Que se incendiaron lágrimas abajo.

Tan culpable como un suicidio de ternura
Arrimándose de frío
Transversal a tus ojos verdugos.
Y Tan perdido como para escribir
Estos poemas en tu contra
Sin remordimiento alguno

EL ADIOS

Me enseñaron a morir los horizontes
Y las brújulas quemadas de tanto espiro
Y me quedé sin respiro y la nada de saliva
Que mojó un invierno boca adentro.

Me enseñaron a morir los espantapájaros
Perplejos relojes de cuánticos bailes
A hurtadillas como pensamiento de soles
de cuarzo

No tuve miedo, quizás envidia
El mismo de mi anterior simetría
El que sopla en tu pésimo oído
Cuando te mueres con mis delitos

FÚNEBRE

Hubo la misma tardanza ácida
Y la misma fúnebre tentación,
De morir cabizbajo y con las células abiertas

Hubo el mismo olor a vacío y la misma lágrima
Desplomándose semidesnuda
Nadie dijo que sería fácil
Ni menos que tu desmembrada compañía

Fuera un oasis de caricias tibias.
Al menos me debes eso, mujer de la tempestad ciega,
Me debes tu libertad y mi suicidio

EL ADIÓS DE LOS PECES

Permíteme morir descalzo y sin ruido.
Permíteme mi última lágrima piadosa.
Un adiós de consteladas razones que simplemente murieron
Inocentes en un atardecer de ironías amargas y tristes.
Permíteme sobrevivir a tu amor tan gris como un beso disparado de indiferencia.

Permíteme la paz de los poemas que jamás te regalé
O el silencio de tu boca o la humedad de mis sueños que todavía agonizan en las veredas de una vida inconclusa.

Permíteme ser el más pequeño de los peces
de una inmensidad llena de corales acurrucados y salobres.
Y naufragar en tus propias caricias sin más destino
que el haberme equivocado tanto.
Tanto, como para haberte amado lo suficiente
en una única vida.

lunes, 12 de diciembre de 2011

BREVES POEMAS DE AMOR

I
Me detendré un instante a orillas de tus labios. Y no interrumpiré. Me detendré a oler esos besos que salpicas, como eternidad salpican las estrellas fundiéndose en esos ojos tuyos que jamás conoceré.

Me detendré tan sólo una vida. Un respiro si quieres. Una distancia, acaso nuestro propio anonimato. Y por cada madrugada y por cada anochecer, en esos mismos labios, dejaré mi alma encendida. Y cuando beses, sentiré esos besos como míos, en el silencio de mis pequeñas lágrimas de mundos y temporales.

Me detendré, como se detiene un poema ante su propia soledad, como se detienen la vidas para amarse un infinito entero, como se detiene el único rocío en la piel de su única flor, y ahí me quedaré sin interrumpir, fundiéndome a orillas de esos labios tuyos que jamás besaré.

II
Te contaré una historia que quizás nunca fue historia.
Una en donde danzaron luciérnagas pintando el barullo de los silencios más tristes,
Una que nos hizo pertenecernos hasta lo infinito. Una en donde ni siquiera regañaban los espacios vacíos y cada uno de nuestros besos paría más besos alrededor. Una historia que nunca fue historia. Como haber dado tanto y no haber dado nunca. ¿Entiendes esa historia?

Una historia que habla de infinitos viajes buscándote en la memoria y en los tiempos. De lo amable del invierno que me toca y de lo indiferente de cada primavera que se aproxima. Historia que habla de lo escaso de mi respiro cuando me faltas. Cosa extraña, ya que nunca te he tenido.

Porque se me caen tus ojos y se me cae la geografía que un día te regalé, sin verte, en los míos.
Se me caen las noches. Una tras otra y ni siquiera sé cómo sobrevivo.
Se me caen los pétalos de sacarte de mis sueños y también se me caen mis propias lágrimas, esas que un día dije que jamás caerían como fantasmas grises o como esta historia que se me cae siempre a medianoche.

Me sé amándote, pero también me sé perdido.
Me sé un beso tuyo y también me sé un adiós tardío.
Me sé un pequeño sueño y me sé, un pequeño espacio entre nuestras vidas. Vidas que jamás se fundirán almas y cuerpos adentro, en un eterno orgasmo de pasiones y estrellas.
Me sé el viento mismo y me sé la soledad de la brisa más pequeña.
Me sé un corazón latiendo en ebullición y me sé uno que muere cada noche sin latidos.
Porque me sé una historia nuestra y también me sé una que nunca hemos vivido o quizás siempre hemos perdido. 

III
Qué podría esperar, si en ti puse toda mi vida y toda mi muerte.
Qué podría respirar, si te di todo mi aire y todas mis ganas de existir.
Qué podría soñar, si te has llevado hasta mis hadas y mis tesoros escondidos, y qué decir de mis infinitas caricias que levantaron mundos alrededor de tu mágica piel.

Qué podría sobrevivir, si hasta el tiempo primero se llevó mis pulsos y mis latidos.
Qué podría sonreír, si te di hasta las migajas de mi risa y los mendrugos de mi propia paradoja.  
Y ¡qué podría llorar, si me he quedado hasta sin lágrimas!
Todas las repartí contigo y cada noche avergonzada tiene una y cada instante de fracasos también.

Porque ahora ni siquiera te puedo llorar.
Ni siquiera te puedo soltar amarga y extraviada ojos abajo.
Pedazos de dolor deslizándose hacia el olvido.
Cayendo titilantes de frío.
Amantes abandonadas.
Ternura que me despoja de la única espera, del único respiro y del único sueño que una vez amé entre júbilos y delirios.

Ves… Qué podría esperar, entonces, si me has robado mi fe de amar.  
Una brevedad enamorada del destino. Una brevedad equivocada.
Un corazón que nació de la nada y sin embargo, empezó a morir contigo.