lunes, 12 de marzo de 2012

SER EN TI ( POEMAS) PARTE II

X
Me has visto desnudo camino a la expiación.
Me has visto sin ironías ni reproches
Sin máscaras, sin disfraces, hasta sin miedo me has visto.
En alguna tarima de música con los ojos ebrios de soledad
Con la noche encumbrándose celosa alrededor,
Con tanta gente olvidando los días,
Con tanto alboroto sobreviviendo a las puertas de un desenfado de infierno, me has visto ebrio de ti.

Me has visto taciturno y odiando la suspicacia de cada palabra
Que me engaña con mi propia alma y
Que no ceja de gritar células adentro, migajas de ternura que quedan.

Odios que jamás salpicaron, mentiras que mancharon de lágrimas mis escalofríos.
Ni siquiera las hojas de un otoño terco se arriman buscando la piedad del viento
Ni siquiera siento la muerte venir en primavera
Ni celebro en lejanía un febrero lleno de motivos.

Me has visto náufrago de lo sueños y hasta un pequeño suspiro
Me has visto amar desde los huesos hasta el sinfín de los tiempos mismos
Me has visto delirar por ti en cada noche que se revuelca entera,
En cada poema que me amarra, en cada te amo que se me escapa, en cada muerte que se me viene encima.

Y no haces nada. Ni siquiera despiertas de tanta prisión de vidas
Ni siquiera me regalas el primer respiro de tu último encierro.
Ni siquiera me dejas una muerte valiente y maravillosa  para morir contigo
o la escasa vida que nos queda.  Y que jamás hemos tenido.
Ni siquiera me has visto amar como para no dejarme amar.
Ni siquiera me has visto besar como para nunca dejarte de besar.

Tan sólo me has visto y sin permiso de los egoístas y de esta edad que nos envejece,
Te he regalado mi alma en estos últimos ojos que me quedan y que siempre te han pertenecido. Y qué inmensa pena me regalas, ¡Qué inmensidad de lágrimas, cielo mío!
porque simplemente jamás harás nada
ni cuando el tiempo nos sepulte en vida ni cuando los árboles florezcan de nuevo.


XI
¡Quién eres tú, que vienes despacio entre todos los pasos!
¡Quién eres tú, que miras el derrumbe de tan ciego gigante.
Y con tan escasas lágrimas.

¡Acaso no duelen mis versos y los alborotos disonantes
De las muchedumbres que claman en mi oído!
¡Acaso no sientes ese desvelo amargo que llevo entre mis aromas y mis sudores.

Pero no permitas esta muerte sosa y llena de polillas
Que Merodee en la insensatez de un amor que se está yendo centímetro a centímetro.
Y Que haga la voluntad de ahogarse en el barullo de las toscas piedades
O más bien  se quede sorda de oír explicación tras explicación.

¡Quién eres, cómo para leer cada delirio que escribo,!
¡Quien eres como para estar detrás de las iglesias que levanto a medianoche sin las escamas de los necios consagrados..
Yo soy sólo silencio y un espacio colándose alma adentro.
Si hasta yo mismo me robo cada una de las mentiras que invento
Y así vivo pensando que nunca te he amado y que ni siquiera, de tu nombre, me acuerdo
Lo suficiente como para escribirte lleno de calambres y de estrellas
Que pronto se irán al tiempo sin tiempo del tiempo o al centro de mi más amada lágrima y mi más abrigada tristeza.

¡Quién eres!, que incluso observas impávida desde tu atalaya perfecta
El cómo, se dividen mis manos y se alejan avergonzadas, hasta trémulas.
¡Quién eres! para sentir cada muerte que me llama y cada verso invisible que olvido.
¡Quién eres! para llorar conmigo lo tanto que te amo y lo poco que queda
De esta singularidad hermosa que tú lees y que a mí me asesina sin reproche alguno, con tanto olvido
y tan lleno de ti, amor mío...



XII

Cuánta razón tenían las espinas para herir y
Cuánta razón tenía el dolor para susurrar ausencia
Cuánta vida resta como para morir extasiado de anonimato
Y cuánto silencio que aplasta estos rincones míos
Que les he robado a las arañas por las noches y
A la misma geometría y a los paraísos árticos dormidos.

Cuánta razón hubo en los instantes y cuánto olvido desgarraron.
Cuánta pena tienen los insomnios y cuánta inocencia mis respiros.
Todo ha sido por algo. Todo ha sido por nada. Así es el misterio y así la esperanza.
Así, todo lo que te amo y así todo lo que olvido.

Porque cada noche hechiza los descansos y maldice los destinos
Cada noche me asesina y no tengo amparo más que en estos versos
Que deambulan ingenuos ante los relojes del tiempo y ante los ojos
De quienes leen estas suspicacias de la soledad amarga.
Porque se dan cuenta de todo y no se dan cuenta de nada.

Cuánto perdón he encendido en antorchas precarias
Y cuán miserable es la luz que dejan aquellas estelas egoístas.
Cuánto dolor apaga, espacios llenos de fantasmas y recuerdos.
Y Cuántas lágrimas respiran un millón de vidas sorprendidas y etéreas
Vidas que intento hacer sobrevivir ya que todo ha sido por algo y todo ha sido por nada.
Así las mariposas mueren cuando muere la primavera.

¡Por qué, entonces el amor y olvido se parecen tanto, como las vidas se parecen al destino!

El amor es simple y es tanta su simpleza
Que con los mezquinos teorema flotando no puedo ver el sol.
Tan complejo he vivido que así lo he mirado siempre.
Cuántos errores he cometido y cuánta alma he castigado.
Y quizás hasta sigo sin darme cuenta, asesinando cada luz desnuda que asoma,
Y quizás así también todo lo que amo,
Y así también todo lo que olvido.
Por eso se parecen tanto, amor y olvido,
Porque soy como amor, como olvido. Todo y nada a la vez.



XIII (EPILOGO)

Me preguntaba cuándo nos sonreiríamos.
Cuándo serían dulces los labios y tiernas las pupilas.
Cuándo ataríamos nuestros cuerpos de nuevo y cuándo terminaría el naufragio
De nuestras almas antiguas.

Me preguntaba si acaso llueven besos donde tú estás
O si las amapolas florecen hasta en las nubes en prismas
O si es tan ancho el arco iris como para colorear una pléyade de sonrisas,
Un carrusel de niños por donde caminas eternidad. Me preguntaba.

Me preguntaba si los años son los mismos,
Si la piel envejece o si tus oídos escuchan el canto del viento que abunda
Acaso si te viera te preguntaría casi de asalto por lo tanto que estuve lejos
Por lo tanto que no fuiste mía.
Acaso tomaría tu mano y hasta el destino me envidiaría. Me preguntaba

Me preguntaba cuándo amanezco rocío y cuando naces flor.
Cuándo los pájaros regresan por más vidas y cuánta más vida que acaba te doy.

Me preguntaba por el te amo que siembras en esos jardines tuyos de barlovento,
Por los sueños que escribo en estos versos que ya parecen viejos, que ya parecen de todos, menos míos.

Me preguntaba si eres el respiro detrás de mi respiro o si de muerte, te has vuelto vida o si después de lágrima, con todo nuestro cariño ausente, no hemos hecho sonrisa. Tan sólo eso me preguntaba….. .
  

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